Después del gran éxito internacional de su ópera prima, The station agent (Vias cruzadas) el director, Thomas McCarthy regresa a las pantallas con una bonita historia sobre la integración racial en el marco del NY post 11S.
El profesor de economía, Walter Vale parece haber perdido la vocación por la enseñanza. Ha intentado cultivarse en otras artes, su esposa fue una excelente pianista, sin demasiada suerte, así que cuando la universidad le envía a una conferencia en Manhattan, decide aceptar para cambiar de aires. Nada más llegar a su apartamento de Nueva York, se encuentra a una joven pareja viviendo. Tarek, de nacionalidad siria y su novia senegalesa han caído en una estafa inmobiliaria y no tienen a donde ir así que Walter, amablemente les ofrece alojamiento.
La película cuenta con una primera parte intimista donde conocemos a los cuatro personajes protagonistas sin ahondar en el sentimentalismo. Haaz Sleiman, da vida al músico percusionista, Tarek en su primer gran papel en cine y Danai Jekesai Gurira es su novia. Destaca, la actriz palestina, Hiam Abbass (vista recientemente en Los limoneros) como la madre de Tarek.
Las relaciones que se establecen entre todos ellos son deliciosas y nos hacen creer al menos un poquito en el ser humano en mitad de una sociedad ingrata y cruel hasta decir basta.
La humanidad que desprende, Richard Jenkins hereda el peregrinaje huraño y desarraigado de Peter Dinklage en "Vías cruzadas", reencontrándose consigo mismo en la impudorosa apertura hacia el mundo exterior, hacia la mano tendida de los extraños.
La segunda parte aún sin caer en absurdos maniqueos si se centra más en una critica a lo que fue la infame administración Bush en política de inmigración después de la catástrofe de las torres gemelas. MacCarthy retrata entonces a una nación atemorizada con funcionarios paranoicos que desprecia la constructiva diversidad y se deshumaniza y aliena por culpa de una psicosis nacional y colectiva que se ceba con el más débil, el inmigrante. Es en este punto donde se le puede tachar al director de “demasiado partidista” y tierno con este sector de la población.
Si es de agradecer en la forma de trabajar del director que no se ciña solo en la verborrea de sus personajes con diálogos interminables como en la mayoria de las películas del cine indie americano. MacCarthy se ha convertido en un director sensible, serio y preciso a la hora de trabajar con los directores. Solo por el parco y entrañable profesor con sueños de músico que interpreta Jenkins ya merece la pena ver esta película que sin lugar a dudas deja un bonito recuerdo en el espectador.
El profesor de economía, Walter Vale parece haber perdido la vocación por la enseñanza. Ha intentado cultivarse en otras artes, su esposa fue una excelente pianista, sin demasiada suerte, así que cuando la universidad le envía a una conferencia en Manhattan, decide aceptar para cambiar de aires. Nada más llegar a su apartamento de Nueva York, se encuentra a una joven pareja viviendo. Tarek, de nacionalidad siria y su novia senegalesa han caído en una estafa inmobiliaria y no tienen a donde ir así que Walter, amablemente les ofrece alojamiento.
La película cuenta con una primera parte intimista donde conocemos a los cuatro personajes protagonistas sin ahondar en el sentimentalismo. Haaz Sleiman, da vida al músico percusionista, Tarek en su primer gran papel en cine y Danai Jekesai Gurira es su novia. Destaca, la actriz palestina, Hiam Abbass (vista recientemente en Los limoneros) como la madre de Tarek.
Las relaciones que se establecen entre todos ellos son deliciosas y nos hacen creer al menos un poquito en el ser humano en mitad de una sociedad ingrata y cruel hasta decir basta.
La humanidad que desprende, Richard Jenkins hereda el peregrinaje huraño y desarraigado de Peter Dinklage en "Vías cruzadas", reencontrándose consigo mismo en la impudorosa apertura hacia el mundo exterior, hacia la mano tendida de los extraños.
La segunda parte aún sin caer en absurdos maniqueos si se centra más en una critica a lo que fue la infame administración Bush en política de inmigración después de la catástrofe de las torres gemelas. MacCarthy retrata entonces a una nación atemorizada con funcionarios paranoicos que desprecia la constructiva diversidad y se deshumaniza y aliena por culpa de una psicosis nacional y colectiva que se ceba con el más débil, el inmigrante. Es en este punto donde se le puede tachar al director de “demasiado partidista” y tierno con este sector de la población.
Si es de agradecer en la forma de trabajar del director que no se ciña solo en la verborrea de sus personajes con diálogos interminables como en la mayoria de las películas del cine indie americano. MacCarthy se ha convertido en un director sensible, serio y preciso a la hora de trabajar con los directores. Solo por el parco y entrañable profesor con sueños de músico que interpreta Jenkins ya merece la pena ver esta película que sin lugar a dudas deja un bonito recuerdo en el espectador.
En el estreno en Madrid estuvieron presentes el director Thomas McCarthy y la actriz Hiam Abbass
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