Todos están muertos, de Beatriz Sanchís
Durante el fin de semana del 30 al 2 de junio se estrenaron en salas de cine comercial tres de los títulos más deseables del cine de ficción producido en España estos últimos años: “Todos están muertos”, de Beatriz Sanchís, “Stella Cadente”, de Lluis Miñarro y “Hermosa juventud”, dirigida por Jaime Rosales.
Me lleva a cierto
asombro el que se estrene todo el mismo día. Resulta difícil llegar a las
salas, a día de hoy la distribución y la exhibición de cine en España está
reducida a pocos títulos (de hecho solo el 35% de las películas producidas
llegan a contar con estreno comercial)
por eso de primeras me extraña esta “operación de marketing”
Aunque haya
interés por estas películas y sus autores, la entrada al cine es cara y los
bolsillos no suelen estar desbordados, así que a priori parece que el espectador
potencialmente interesado tendrá que elegir a la hora de pagar por ver en
pantalla grande una de estas películas. Por otro lado y en positivo puede que hayan
decidido estrenarlas para que hablemos todos de ellas a la vez y se cree una
especie de efecto dominó sobre el cine de autor español, en cualquier caso es
bueno que salgan.
Prefiero centrar todo mi entusiasmo hacia sus argumentos y
nuevas formas narrativas por que con ellas
cambian las cosas en la anodina cartelera de la ficción española y queda
claro que se puede llegar a un público más amplio y diverso sin perder calidad
en las propuestas.
Beatriz
Sanchís debuta en formato largo con “Todos están muertos”, una película avalada
por varios premios en el popular Festival de Málaga, por regla no suelo hacer
caso a dicho festival pero esta vez han tenido buen gusto.
Se
ha hablado del “valor añadido” a la hora de presentar una película en la
actualidad. A recientes casos como por ejemplo el de “Mapa”, se le suma ahora el tour directora + actriz protagonista de “Todos
están muertos” y el público encantado de encontrarse no solo con Beatriz si no
con la protagonista de la cinta que no es otra que la estupenda Elena Anaya en
su papel más maduro hasta la fecha. Placer doble ver la película y después
mantener un coloquio directo con ellas.
En
el cartel, uno de los elementos más atractivos con los que cuenta la promoción
de la película, tenemos a una Elena Anaya con mirada intensa, entre triste y
esperanzadora que mira, que nos mira, a través de un viejo cristal.
Elena
es Lupe y la acción principal sucede a mediados de los 90 pero todo el espíritu
del tan denostado Madrid de la movida impregna la historia. En este punto
mantiene referencias con otra de las grandes películas españolas del último
año, “El Futuro” de Luis López Carrasco. En ambas los 80 y la ilusión de toda aquella
generación por un cambio se termina dando de bruces con la realidad años
después.
Lupe,
vive en un limbo, ella fue una estrella del pop juvenil y ahora es incapaz de
asumir responsabilidades, el extremo llega a que no sale nunca de casa. No
abandona su pasado ni en la forma de vestir, peinarse o pensar. El pasado la
mantiene enclaustrada, sin en apariencia poder siquiera físicamente cruzar la
puerta, como si de una película de Buñuel se tratase.
Algo
que me fascinó del guión es la construcción de personajes femeninos que tiene
la película. De un lado está Lupe, una mujer que duerme mucho y hace muchas tartas
de manzana, no sale a la calle y es madre de un adolescente al que en
apariencia no quiere. De otro encontramos la antítesis de ella, su madre, interpretado
por la actriz mexicana Angélica Aragón, en su papel más destacado en nuestro
país hasta la fecha. La madre sí sale, sí cuida la casa y sí saca adelante al
hijo de su hija. También me gusta por que es una película de fantasmas pero
literalmente, sin metáfora aunque también lleve algunas implícitas. El hermano
de Lupe está muerto, murió en un accidente de tráfico y es el desencadenante de
que su hermana esté como está. Los dos hermanos formaban el grupo Groelandia,
título homenaje al famoso grupo liderado por el mágico Bernardo Bonezzi. Ese
toque de film fantástico quizás sea uno de sus aspectos más irregulares pero también
más sugerentes. El tratamiento de dos temas tabú del cine en general y del
español en particular, afrontar el incesto y la homosexualidad en la etapa
adolescente no hace si no reforzar la idea de encontrarnos ante una película
valiente.
Un
adolescente que es desde ya el futuro y que no escucha las viejas canciones olvidadas
de su madre si no en bucle a Los Planetas, grupo pop que funciona como símbolo para
su nueva generación, la que será denominada como “generación indie” y que
espero no tardemos tanto como con los 80 en diseccionar.
Pese
a que se trata de un drama generacional tiene momentos muy divertidos y el final
resulta optimista con los personajes por que hay que cambiar página, darnos
cuenta de llegar a la madurez, afrontarla y continuar. En definitiva el mito de
“matar al padre” y esto funciona en la ficción pero también en la realidad dada
la situación política y social de España.
Stella Cadente, de Lluís Miñarro
El cuestionamiento sobre la realidad política de hoy está totalmente presente en “Stella Cadente”, debut en el largo de ficción del reconocido productor Lluis Miñarro aka Eddie Saeta. Una película pop, al igual que la de Beatriz, aunque aquí con un tono puramente lúdico, afrancesado y yeyé. “Stella Cadente” es una película retrofuturista que nos lleva al corto reinado de Amadeo de Saboya allá por el año 1871, un reinado peculiar por que dio pie a la 1ª República en España.
La
película de Miñarro, casualidades de la vida, se estrenó tan solo 3 días antes de
la abdicación de Juan Carlos I en su hijo, coronado ya como Felipe VI. Creo que
al menos por un momento algunos soñamos con que se fuera a dar de nuevo la
República…
El
casting de “Todos están muertos”, el de “Hermosa juventud” y el de esta son
increíbles. Àlex Brendemühl está adorable en el personaje del Rey Amadeo I de
Saboya. Sin duda es uno de los mejores y más completos intérpretes de su
generación, nada más cabe recordar sus protagonistas en “Las horas del día” o
“Yo”. Barbara Lennie sale poco pero cuenta con momentos y frases rotundas como
“Este país es como su pintura” Lola Dueñas en su salsa, muy suelta, es la
cocinera libidinosa de palacio y en estado de gracia catalana, por que ese es
el idioma que utilizan para sus interpretaciones, los grandes de la escena
Francesc Orella y Frances Garrido que parecen villanos Disney conspirando
contra el pobre Rey, un monarca extranjero con ideas revolucionarias para una
España negra, llega a afirmar en una de las secuencias de la película “Soy un
Rey Republicano”.
La
fotografía de Jimmy Gimferrer merece capítulo aparte. Gimferrer había trabajado
ya en algunas de las películas producidas por Eddie Saeta como “El Cant dell
Ocells” o “Aita” además de ser realizador habitual de videoclips para Astrud o
Klaus&Kinski. Su trabajo demuestra que es un maestro de la luz con la
cámara digital, capaz de crear universos en claroscuro o puramente
impresionistas difíciles de conseguir con poco presupuesto.
Otro
de los aspectos más destacables y que por supuesto más la vinculan a la España
de hoy es la variedad lingüística que utilizan sus personajes; castellano,
italiano y sobretodo catalán, anacronismo total como en el uso de la música o
algunos aspectos de la puesta en escena pero que funcionan a la perfección en
esta película loca.
Hermosa juventud, de Jaime Rosales
Le toca ahora al mejor film que ha rodado hasta ahora el siempre interesante Jaime Rosales. Más vivo que nunca y más contemporáneo aún si cabe que con obras anteriores “Hermosa Juventud” es la película que presentó en el último Festival de Cannes, uno de los pocos cineastas españoles que suelen ser reclamados en el certamen de cine más importante del mundo y cada vez que pienso en ella más me gusta y más recomiendo como título imprescindible que ha sabido reflejar la situación de desánimo de la juventud en plena crisis, no solo económica, si no también política y ética.
La
pareja protagonista (otro gran acierto de casting como en las anteriores, aquí
con Ingrid García Jonsson y Carlos Rodríguez) intenta buscarse la vida en un
Madrid periférico, triste, con unos padres y familiares que ya no pueden soportarse
y con un futuro por delante que no tenemos ni idea de cómo será pero que parece
lejano de la bonanza de los 90. Desconozco si este retrato juvenil se haya
filmado alguna vez pero desde luego Rosales ha sabido observar y captar todos
los ambientes a la perfección. Una de las mejores secuencias que cuenta y con
la que queda plasmado el tono y el futuro que depara a los dos protagonistas,
es la de la entrevista a cámara (al otro lado está el director X Torbe) que
sirve como previo a la grabación de un video porno como única vía disponible de
conseguir dinero. También las reuniones de colegas en el parque, las
conversaciones de curro, las fiestas en el parking, la soledad en los bloques
de pisos… hay un más que buen trabajo de documentación en todas ellas para
conseguir una naturalidad extrema. A nivel de realización y montaje, la
película está realizada en un 80% con película en 35mm y un 20% utilizando
técnicas de postproducción digital que funcionan como la mejor cortinilla
posible para avanzar en la historia. Resulta irónico que las dos secuencias
largas que ha decidido montar con conversaciones de Whatsapp y Skype para
justamente narrar el paso del tiempo sean el mejor ejemplo posible de que Jaime
ha entendido el devenir de los tiempos entre los más jóvenes de nuestra sociedad.
Natalia Piñuel
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