29.1.09

EL JEFE DE TODO ESTO - LARS VON TRIER

Y Lars Von Trier, lo volvió a hacer. 12 años después del DOGMA inventa un nuevo concepto de rodaje, el AUTOMAVISION. Un sistema de cámara y de sonido desarrollado para limitar la influencia humana y dejar la puerta abierta al azar con el fin de proporcionar a la obra una visión “sin ideas” libre de la fuerza de la costumbre y la estética, ¡ala con Lars!.
En la práctica, una vez que el operador ha escogido la mejor posición de cámara, un programa informático compila una lista de correcciones aplicables desde el punto de vista técnico que se aplicarán una vez que el técnico de sonido haya colocado micros. Después de estudiar los distintos parámetros, el director, el operador y el jefe de sonido evalúan las modificaciones y pueden decidir descartar la toma. Pero cada vez que la cámara deja de rodar, la selección aleatoria según la forma AUTOMAVISION vuelve a ponerse en marcha.
Para sacar el mayor beneficio a este invento, no se procesan las tomas, aparte de un simple montaje en el orden previamente escogido es decir, no se realizan cambios, no se manipula la imagen ni se hacen mezclan de audio ya que el material se transfiere directamente a la copia final.
Durante el rodaje de El jefe de todo esto, se prohibió el uso de una iluminación externa al decorado o al exterior. Lo único que no sigue estas reglas, son los insertos de los comentarios en off del director que nos sirven para seguir las distintas partes de la comedia porque Sras y Sres, Lars Von Trier deja los dramatismos desarrollados en EEUU con abnegadas heroínas cargadas de un profundo sentimiento religioso para volver a la comedia, a un rodaje pequeño-5 semanas- y a sus actores Made in Dinamarca, estupendo recuperar al protagonista de Los idiotas, Jens Albinus.

La historia es sencilla, comedia pura y dura de las que le gustarían al mismísimo Preston Sturges; el propietario de una empresa de informática danesa está a punto de venderla a un duro magnate islandés.
El problema es que el fundador y propietario de la empresa desde su fundación, se inventó por cobardía a un presidente que supuestamente vivía en los EEUU –el jefe de todo esto- a quien atribuia todas las decisiones desagradables de la sociedad.
El rico islandés, exige que sea el auténtico y genuino, jefe de todo esto el que firme los documentos de la compraventa por lo que tendrá que contratar a un actor de teatro en paro que cumpla dicho papel. Y aquí es donde entra, Kristoffer (Jens Albinus) como el jefe.
Un enredo de líos y malentendidos entre él y los trabajadores dan lugar a una serie de situaciones próximas al vodevil pero con la diferencia de unos diálogos trabajados espléndidos en los que la ironía marca de la casa no deja títere con cabeza. Se habla del espíritu nacional, el movimiento Dogma, los actores egocéntricos, el director estrella y el desprecio hacía lo que viene de fuera. Quizás no se la obra maestra definitiva de Lars Von Trier pero si es una comedia divertidísima y que supone de últimas, un soplo de aire fresco en la cartelera.

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