Una de las películas más esperadas de la sección Esbilla de la 46 edición del Festival de cine de Gijón, era Estômago, ópera prima del brasileño Marcos Jorge, venía precedida de su éxito en la Seminci de Valladolid, donde se alzo con los premios a la mejor película, mejor actor y mejor nuevo director.
La principal virtud de Estômago, es haber hecho en clave de comedia una historia que entre otros trata temas sociales como son la pobreza o la superpoblación carcelaria.Gracias a una puesta en escena un tanto barroca, la mezcla, Brasil, sexo y comida dan para ello y una banda sonora cuyo tema principal tiene una melodía con aires a Pascal Comelade o Mastretta, el director construye un ambiente cálido y excesivo que va embriagando poco a poco al espectador, introduciéndolo en la vida del protagonista.
Estructurada en dos tiempos, vamos conociendo a Raimundo Nonato, papel interpretado por el actor Joao Miguel quien, con gran solvencia, da vida a un pobre diablo con pocas luces pero que guarda dentro de él a un ser astuto y algo maquiavélico, que sin hacer mucho ruido va logrando sus objetivos. Según explica Raimundo en la voz en off inicial, su nombre es el que reciben los huérfanos en Brasil. La película arranca con el protagonista llegando a la ciudad, sin nada que comer, ni un sitio donde dormir, por otro lo vemos preso en la cárcel. Ambas historias se van entrelazando, siguiendo un esquema narrativo muy parecido, que consiste en ir conociendo el ascenso del protagonista dentro del mundo que le rodea. Raimundo consigue mejorar su nivel de vida en ambos casos gracias a sus dotes culinarias.
Al llegar a la ciudad comienza a trabajar en un triste bar a cambio de comida y cama, poco a poco lo convierte en un bar de lo más concurrido gracias al éxito de sus exquisitas coxinhas. Allí conocerá a Iria, una prostituta con un apetito voraz, con la que comienza un placentero intercambio de sexo por comida y a Giovanni, dueño de un restaurante italiano que le ofrece trabajar con él.
Como preso en la cárcel, le encierran en una celda con 8 presos más, un lujo teniendo en cuenta que en otras hay hasta 35. Allí coincidirá con el jefe del lugar, el que ordena y manda como se tienen que hacer las cosas. Mejorar con un poquito de romero y cuatro cositas más la comida que sirven en la cárcel, le permitirán acercarse a él e ir escalando puestos en el escalafón de la prisión.Desde un principio sabemos que el ascenso que va consiguiendo poco a poco en su vida diaria, acabará con sus huesos en la cárcel, la cuestión es conocer que motivo será el causante de ello.
Estômago es una de esas películas que deja a todo el mundo contento, la historia está bien contada, te ríes con un protagonista con el que, pese a sus defectos, es fácil empatizar y tiene algunos momentos grotescos que se salen del cine convencional, sin embargo, a fin de cuentas se queda sólo en una película amable, en manos de Marco Ferreri hubiera sido otra cosa.
La principal virtud de Estômago, es haber hecho en clave de comedia una historia que entre otros trata temas sociales como son la pobreza o la superpoblación carcelaria.Gracias a una puesta en escena un tanto barroca, la mezcla, Brasil, sexo y comida dan para ello y una banda sonora cuyo tema principal tiene una melodía con aires a Pascal Comelade o Mastretta, el director construye un ambiente cálido y excesivo que va embriagando poco a poco al espectador, introduciéndolo en la vida del protagonista.
Estructurada en dos tiempos, vamos conociendo a Raimundo Nonato, papel interpretado por el actor Joao Miguel quien, con gran solvencia, da vida a un pobre diablo con pocas luces pero que guarda dentro de él a un ser astuto y algo maquiavélico, que sin hacer mucho ruido va logrando sus objetivos. Según explica Raimundo en la voz en off inicial, su nombre es el que reciben los huérfanos en Brasil. La película arranca con el protagonista llegando a la ciudad, sin nada que comer, ni un sitio donde dormir, por otro lo vemos preso en la cárcel. Ambas historias se van entrelazando, siguiendo un esquema narrativo muy parecido, que consiste en ir conociendo el ascenso del protagonista dentro del mundo que le rodea. Raimundo consigue mejorar su nivel de vida en ambos casos gracias a sus dotes culinarias.
Al llegar a la ciudad comienza a trabajar en un triste bar a cambio de comida y cama, poco a poco lo convierte en un bar de lo más concurrido gracias al éxito de sus exquisitas coxinhas. Allí conocerá a Iria, una prostituta con un apetito voraz, con la que comienza un placentero intercambio de sexo por comida y a Giovanni, dueño de un restaurante italiano que le ofrece trabajar con él.
Como preso en la cárcel, le encierran en una celda con 8 presos más, un lujo teniendo en cuenta que en otras hay hasta 35. Allí coincidirá con el jefe del lugar, el que ordena y manda como se tienen que hacer las cosas. Mejorar con un poquito de romero y cuatro cositas más la comida que sirven en la cárcel, le permitirán acercarse a él e ir escalando puestos en el escalafón de la prisión.Desde un principio sabemos que el ascenso que va consiguiendo poco a poco en su vida diaria, acabará con sus huesos en la cárcel, la cuestión es conocer que motivo será el causante de ello.
Estômago es una de esas películas que deja a todo el mundo contento, la historia está bien contada, te ríes con un protagonista con el que, pese a sus defectos, es fácil empatizar y tiene algunos momentos grotescos que se salen del cine convencional, sin embargo, a fin de cuentas se queda sólo en una película amable, en manos de Marco Ferreri hubiera sido otra cosa.
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