LA INTELIGENCIA ES RELATIVA
Los Hermanos Coen firman la película más divertida del año. Diez años después de El Gran Lebowski con la que tiene bastantes puntos en común y después de haber triunfado en la pasada edición de los Oscars con la negrisima: No es país para viejos vuelven a la carga con lo que mejor saben hacer, reír muchísimo.
Ellos reviven con un guión rocambolesco y un casting de lujo el sabor de la comedia clásica americana y homenajean a grandes maestros del genero como Billy Wilder o Preston Sturges. Es la historia loca, de Osborne Cox (John Malkovich), analista menor en la CIA, y de su esposa, la estirada, Katie (Tilda Swinton); es también, la radiografía familiar de las bambalinas del matrimonio Pfarrer, Harry (George Clooney, actor fetiche de los Coen) y Sandy (Elizabeth Marvel); es la plasmación de los anhelos de Linda Litzke (Frances McDormand), Chad Feldheimer (Brad Pitt) y Ted (Richard Jenkins) y en definitiva, es la destrucción del american way of life y del sueño americano.
El detonante de todo el desquicie resulta además un hecho absurdo, un malentendido a priori sin graves consecuencias pero que en las mentes de los Hermanisimos Coen se convierte en algo de lo más violento y catastrófico. Osborne Cox es despedido de la CIA por un recorte presupuestario y sus escarceos con la bebida también tienen algo que ver y decide, ya en el paro, ponerse a redactar sus memorias.
Pero por esas casualidades de la vida, su borrador se extravía en el gimnasio Cuerpos Duros, de Ted Treffon, donde dos empleados, Linda Litze, quien suspira por una macro operación estética, y Chad Felheimer (divertido, excesivo y maravilloso Brad Pitt, voto por el Oscar), acuerdan aprovecharse del supuesto filón vendiéndole la “información reservada” a los rusos. La parodia a las tradicionales películas de espías en luna supuesta nueva Guerra Fria, está servida.
Que grandes son los Coen, hasta sus malas películas vease, The ladykillers “tienen algo” y terminas disfrutandolas, el toque de los hermanos es grande!! Y ahora estamos además ante una de las buenas. El reparto hace que toda la trama se sostenga.
Para Malkovich, presente en la 56 edición del Festival de San Sebastián, era su primera vez con los Coen, en un personaje, pajarita incluida de lo más excentrico, lo borda así que puede que trabajen más juntos. Su final, es de traca.
Frances McDormand, con un punto menos entrañable que en Fargo y más femme fatale, demuestra que para ser una grandisima actriz no hace falta ser un bellezón.
George Clooney, aix! el es el mejor, me encanta verle, siempre. Brad Pitt, es un chico al que al principio no soportaba pero que se está creciendo y cada día es mejor actor.
Con premio o sin él, queda ya para el recuerdo, su interpretación de chico tierno y simpático. Monitor deportivo, todo músculo, poco seso, tupé y gran corazón. Sublime memo y no, no me voy a cargar como termina su personaje, fuera spoilers!.
La película entretiene que no es poco y si es verdad que el guión da muchas vueltas y no llega al culmen que fue en su momento, Lebowski.
La producción y los actores, impecables. Siempre destacable también la banda sonora a cargo del genio, Carter Burwell, otro colaborador habitual y un cartel que guarda parecido con las grandes obras de Saul Bass. De últimas, recomendadisima.
Ellos reviven con un guión rocambolesco y un casting de lujo el sabor de la comedia clásica americana y homenajean a grandes maestros del genero como Billy Wilder o Preston Sturges. Es la historia loca, de Osborne Cox (John Malkovich), analista menor en la CIA, y de su esposa, la estirada, Katie (Tilda Swinton); es también, la radiografía familiar de las bambalinas del matrimonio Pfarrer, Harry (George Clooney, actor fetiche de los Coen) y Sandy (Elizabeth Marvel); es la plasmación de los anhelos de Linda Litzke (Frances McDormand), Chad Feldheimer (Brad Pitt) y Ted (Richard Jenkins) y en definitiva, es la destrucción del american way of life y del sueño americano.
El detonante de todo el desquicie resulta además un hecho absurdo, un malentendido a priori sin graves consecuencias pero que en las mentes de los Hermanisimos Coen se convierte en algo de lo más violento y catastrófico. Osborne Cox es despedido de la CIA por un recorte presupuestario y sus escarceos con la bebida también tienen algo que ver y decide, ya en el paro, ponerse a redactar sus memorias.
Pero por esas casualidades de la vida, su borrador se extravía en el gimnasio Cuerpos Duros, de Ted Treffon, donde dos empleados, Linda Litze, quien suspira por una macro operación estética, y Chad Felheimer (divertido, excesivo y maravilloso Brad Pitt, voto por el Oscar), acuerdan aprovecharse del supuesto filón vendiéndole la “información reservada” a los rusos. La parodia a las tradicionales películas de espías en luna supuesta nueva Guerra Fria, está servida.
Que grandes son los Coen, hasta sus malas películas vease, The ladykillers “tienen algo” y terminas disfrutandolas, el toque de los hermanos es grande!! Y ahora estamos además ante una de las buenas. El reparto hace que toda la trama se sostenga.
Para Malkovich, presente en la 56 edición del Festival de San Sebastián, era su primera vez con los Coen, en un personaje, pajarita incluida de lo más excentrico, lo borda así que puede que trabajen más juntos. Su final, es de traca.
Frances McDormand, con un punto menos entrañable que en Fargo y más femme fatale, demuestra que para ser una grandisima actriz no hace falta ser un bellezón.
George Clooney, aix! el es el mejor, me encanta verle, siempre. Brad Pitt, es un chico al que al principio no soportaba pero que se está creciendo y cada día es mejor actor.
Con premio o sin él, queda ya para el recuerdo, su interpretación de chico tierno y simpático. Monitor deportivo, todo músculo, poco seso, tupé y gran corazón. Sublime memo y no, no me voy a cargar como termina su personaje, fuera spoilers!.
La película entretiene que no es poco y si es verdad que el guión da muchas vueltas y no llega al culmen que fue en su momento, Lebowski.
La producción y los actores, impecables. Siempre destacable también la banda sonora a cargo del genio, Carter Burwell, otro colaborador habitual y un cartel que guarda parecido con las grandes obras de Saul Bass. De últimas, recomendadisima.
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