Maravillada a la salida del cine como siempre que veo una película del finlandés, Aki Kaurismäki, uno de los contadores de historias más fascinantes de los últimos años. Luces al atardecer, cierra una trilogía acerca de la figura del perdedor que empezó en los años 90 con Nubes pasajeras (1996), siguió con esa joya titulada, Un hombre sin pasado (2002) y termina ahora con esta disección sobre la soledad, Laitakaupungin valot (Luces al atardecer, 2006).
A Finlandia, nunca le ha ido tan bien. Kaurismäki no solo retrata personajes sino también a la ciudad de Helsinki. De un lados luces de la capital de postal y de otro, el barrio obrero de Ruolohatti donde vive el protagonista, Koistinen (el actor Jane Hytiäinen que ya salía en la anterior película de Kaurismäki y en el corto; Dogs have no hell) trabaja como vigilante nocturno en un centro comercial.
Koistinen vive en contacto directo con el éxito, protege grandes fortunas pero es un hombre sólo, la soledad y la falta de amor le persiguen. Esta situación, hace que unos mafiosos encabezados por una mujer fatal de las de antes, se aprovechen de él.
80 minutos de duración y es que como dice el refrán, lo bueno si breve, dos veces bueno. De esta manera el espectador se mete de lleno desde el primer minuto y empatiza mejor con el protagonista. También sufre más con toda su desventura. Hasta el último plano, Koistinen es un ser desgraciado pero como también ocurre en todos los cuentos y este lo es, en los últimos momentos, aquí realmente en el plano final queda un rayito de esperanza, será esa la única vez en el que nuestro protagonista, no está completamente solo. Como un Charlot del SXXI, Koistinen busca una pequeña rendija por la que apartarse de este mundo pero la gente, se encarga de aplastar sus modestas esperanzas una tras otra y Koistinen no puede avanzar al ritmo de las luces de Helsinki.
Esta película es una fábula sobre un mundo lleno de sombras para un hombre, leal empeñado en defender unos valores, pasados de moda en la sociedad actual. Koistinen es la víctima perfecta para los mafiosos que lo cogen como cabeza de turco, “un hombre fiel como un perro, un idiota” dicen de él. La sociedad no puede llegar a entenderle y menos aún llegar a preocuparse. El personaje femenino, es según palabras del propio director, la mujer más fría y calculadora de la historia del cine desde “Eva al desnudo”.
La rubia que va a llevar por el camino de la amargura al vigilante nocturno es la actriz Maria Järvenhelmi.Lo mejor de la película es que se trata de auténtico cine de autor, esto significa que no existe una sóla imagen que hubiera podido ser filmada por otro director ni una sola frase escrita tampoco por otro. La belleza de todos los planos, la composición de cada encuadre, la cuidada dirección de fotografía, todo es marca de la casa.
También la brevedad de los diálogos y la aparente parquedad de los personajes. No es el cine de Aki un cine de muchas palabras sí de sentimientos y emociones transmitidas a través de los rostros de sus actores, siempre mágicos. Aquí para los más fans hay un cameo de la inolvidable, chica de la fábrica de cerillas, la actriz, Kati Outinen.
El poder reside en las imágenes y en la banda sonora, importantísima, también. La película abre y cierra con dos tangos clásicos de Carlos Gardel.
Alguno se preguntarán que pintan, Volver y El día que me quieras en una película finlandesa, pues mucho. Si no en todas sí en casi todas sus película aparece una actuación en directo, aquí el grupo de rock duro, Melrose sale en una de las secuencias pero lo mejor es la composición original del cuarteto-ensemble finlandés, Olavi Virta con los que había trabajado anteriormente.
Si cómo he comentado la película trata en todo momento la soledad, lo más bonito y porqué no esperanzador sin caer jamás en la cursilería está en los últimos fotogramas cuando junto al protagonista, el espectador entiende como decía el maestro Nicholas Ray que dos, es la unidad más pequeña, quizás también, la única.
A Finlandia, nunca le ha ido tan bien. Kaurismäki no solo retrata personajes sino también a la ciudad de Helsinki. De un lados luces de la capital de postal y de otro, el barrio obrero de Ruolohatti donde vive el protagonista, Koistinen (el actor Jane Hytiäinen que ya salía en la anterior película de Kaurismäki y en el corto; Dogs have no hell) trabaja como vigilante nocturno en un centro comercial.
Koistinen vive en contacto directo con el éxito, protege grandes fortunas pero es un hombre sólo, la soledad y la falta de amor le persiguen. Esta situación, hace que unos mafiosos encabezados por una mujer fatal de las de antes, se aprovechen de él.
80 minutos de duración y es que como dice el refrán, lo bueno si breve, dos veces bueno. De esta manera el espectador se mete de lleno desde el primer minuto y empatiza mejor con el protagonista. También sufre más con toda su desventura. Hasta el último plano, Koistinen es un ser desgraciado pero como también ocurre en todos los cuentos y este lo es, en los últimos momentos, aquí realmente en el plano final queda un rayito de esperanza, será esa la única vez en el que nuestro protagonista, no está completamente solo. Como un Charlot del SXXI, Koistinen busca una pequeña rendija por la que apartarse de este mundo pero la gente, se encarga de aplastar sus modestas esperanzas una tras otra y Koistinen no puede avanzar al ritmo de las luces de Helsinki.
Esta película es una fábula sobre un mundo lleno de sombras para un hombre, leal empeñado en defender unos valores, pasados de moda en la sociedad actual. Koistinen es la víctima perfecta para los mafiosos que lo cogen como cabeza de turco, “un hombre fiel como un perro, un idiota” dicen de él. La sociedad no puede llegar a entenderle y menos aún llegar a preocuparse. El personaje femenino, es según palabras del propio director, la mujer más fría y calculadora de la historia del cine desde “Eva al desnudo”.
La rubia que va a llevar por el camino de la amargura al vigilante nocturno es la actriz Maria Järvenhelmi.Lo mejor de la película es que se trata de auténtico cine de autor, esto significa que no existe una sóla imagen que hubiera podido ser filmada por otro director ni una sola frase escrita tampoco por otro. La belleza de todos los planos, la composición de cada encuadre, la cuidada dirección de fotografía, todo es marca de la casa.
También la brevedad de los diálogos y la aparente parquedad de los personajes. No es el cine de Aki un cine de muchas palabras sí de sentimientos y emociones transmitidas a través de los rostros de sus actores, siempre mágicos. Aquí para los más fans hay un cameo de la inolvidable, chica de la fábrica de cerillas, la actriz, Kati Outinen.
El poder reside en las imágenes y en la banda sonora, importantísima, también. La película abre y cierra con dos tangos clásicos de Carlos Gardel.
Alguno se preguntarán que pintan, Volver y El día que me quieras en una película finlandesa, pues mucho. Si no en todas sí en casi todas sus película aparece una actuación en directo, aquí el grupo de rock duro, Melrose sale en una de las secuencias pero lo mejor es la composición original del cuarteto-ensemble finlandés, Olavi Virta con los que había trabajado anteriormente.
Si cómo he comentado la película trata en todo momento la soledad, lo más bonito y porqué no esperanzador sin caer jamás en la cursilería está en los últimos fotogramas cuando junto al protagonista, el espectador entiende como decía el maestro Nicholas Ray que dos, es la unidad más pequeña, quizás también, la única.
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