Paul Greengrass que hace un par de años dirigió “Bloody Sunday” consiguiendo un sobrevalorado éxito,scribe y produce ahora Omagh también sobre el IRA pero bastante más creíble que su predecesora.
El que dirige y con muy buen pulso en esta ocasión es el debutante Pete Travis que consigue una excelente dirección de actores y una puesta en escena desnuda, cercana al documental. Omagh, es la ciudad irlandesa en la que se produjo el 15 de agosto de 1998 un terrible atentado del llamado IRA verdadero, el otro supuestamente estaba en pleno proceso de paz con el gobierno, mientras los ciudadanos se preparaban para el referéndum y que costó la vida a 31 personas, algunos de ellos colegiales españoles.
La película reconstruye fielmente los sucesos de aquel día y también sus consecuencias. La investigación que lleva por su cuenta Michael Gallagher (espléndido Gerard McSorley) uno de los padres de las víctimas, es el hilo de esta historia que acaba siendo 5 años después una denuncia de la situación política actual.
Los protagonistas, son los que quedan después de las bombas. Seguimos el drama interno de esta familia, como Michael se hace portavoz de la asociación de víctimas del atentado y pasa de ser un humilde mecánico a ser considerado voz y héroe de todo el pueblo. Alejándose a su vez de su mujer y sus hijas que no acaban de entender la cruzada legal que lleva contra todos los dirigentes de uno y otro lado. Michael no quiere callar ni tampoco puede olvidar.
En una ciudad como San Sebastián donde la sensibilidad con todo lo relacionado con el terrorismo está siempre a flor de piel y en un año en el que todos hemos sufrido de alguna manera el atentado del 11M en Madrid, Omagh resulta una película necesaria. Ojalá, el cine español se preocupara más por retratar la sociedad y los temas de actualidad desde un punto de vista crítico. Realmente hace falta un Pete Travis o un Ken Loach por estos lares.
Desde el primer pase, fue una de las preferidas por la prensa y hasta el último momento tuvo muchas posibilidades de llevarse la Concha de oro, conformándose al final con el premio al mejor guión y el CICAE a la mejor película europea.El acierto de Omagh está en que nunca antes habíamos visto con tanto detalle y desde un punto de vista diferente, alejado de los vencedores, el tema del terrorismo llámese IRA o ETA. Los actores, interpretan personajes reales y aparecen con nombre y apellidos políticos como Tony Blair que es criticado por su pésima actuación en el conflicto. Esta es una historia en la que se ven reflejadas muchas familias españolas y hay también muchos Michael en el mundo que alzan su voz por encima de los políticos y que no entienden de tramas internas del gobierno y de conflictos internacionales.
Omagh, es una pequeña ciudad en la que católicos y protestantes habían vivido sin mayores problemas durante los 30 años del conflicto y por eso fue elegida en vísperas del voto al llamado acuerdo de paz del Viernes Santo. Lo que querían estos disidentes opuestos a la firma que pondría fin a las armas era provocar un distanciamiento entre Londres y Dublín.
Contrariamente el atentado brindó un impulso renovado al proceso político y de renuncia a la violencia en Irlanda del Norte. Sin embargo y a través del personaje de Michael, vamos conociendo algunos puntos negros de este tratado y como el gobierno británico, la policía y altos mandos irlandeses ocultaron información a los ciudadanos para “no complicar más las cosas”, cuando lo único que querían estas familias es que se hiciera justicia porque habían matado a sus hijos.En la película se narra como la televisión del Ulster recibió una llamada telefónica de aviso de bomba contra el edificio de los tribunales de Omagh.
La policía y las fuerzas de seguridad evacuaron los tribunales y llevaron a los que estaban allí a la concurrida área comercial de Market Street, en el otro extremo de la ciudad. Pero la bomba no estaba cerca de los tribunales, en cambio había sido colocada en el interior de un automóvil estacionado en medio de una muchedumbre de familias que habían salido de paseo o a hacer compras para el próximo curso escolar. En realidad la advertencia telefónica dirigió a la gente hasta el lugar donde se encontraba la bomba aumentando así el número de víctimas.El 22 de enero del 2002 un sospechoso de Omagh fue declarado culpable de planificar el ataque. Las autoridades siguen buscando a los otros participantes que se creen forman parte del autodeterminado IRA auténtico.
El que dirige y con muy buen pulso en esta ocasión es el debutante Pete Travis que consigue una excelente dirección de actores y una puesta en escena desnuda, cercana al documental. Omagh, es la ciudad irlandesa en la que se produjo el 15 de agosto de 1998 un terrible atentado del llamado IRA verdadero, el otro supuestamente estaba en pleno proceso de paz con el gobierno, mientras los ciudadanos se preparaban para el referéndum y que costó la vida a 31 personas, algunos de ellos colegiales españoles.
La película reconstruye fielmente los sucesos de aquel día y también sus consecuencias. La investigación que lleva por su cuenta Michael Gallagher (espléndido Gerard McSorley) uno de los padres de las víctimas, es el hilo de esta historia que acaba siendo 5 años después una denuncia de la situación política actual.
Los protagonistas, son los que quedan después de las bombas. Seguimos el drama interno de esta familia, como Michael se hace portavoz de la asociación de víctimas del atentado y pasa de ser un humilde mecánico a ser considerado voz y héroe de todo el pueblo. Alejándose a su vez de su mujer y sus hijas que no acaban de entender la cruzada legal que lleva contra todos los dirigentes de uno y otro lado. Michael no quiere callar ni tampoco puede olvidar.
En una ciudad como San Sebastián donde la sensibilidad con todo lo relacionado con el terrorismo está siempre a flor de piel y en un año en el que todos hemos sufrido de alguna manera el atentado del 11M en Madrid, Omagh resulta una película necesaria. Ojalá, el cine español se preocupara más por retratar la sociedad y los temas de actualidad desde un punto de vista crítico. Realmente hace falta un Pete Travis o un Ken Loach por estos lares.
Desde el primer pase, fue una de las preferidas por la prensa y hasta el último momento tuvo muchas posibilidades de llevarse la Concha de oro, conformándose al final con el premio al mejor guión y el CICAE a la mejor película europea.El acierto de Omagh está en que nunca antes habíamos visto con tanto detalle y desde un punto de vista diferente, alejado de los vencedores, el tema del terrorismo llámese IRA o ETA. Los actores, interpretan personajes reales y aparecen con nombre y apellidos políticos como Tony Blair que es criticado por su pésima actuación en el conflicto. Esta es una historia en la que se ven reflejadas muchas familias españolas y hay también muchos Michael en el mundo que alzan su voz por encima de los políticos y que no entienden de tramas internas del gobierno y de conflictos internacionales.
Omagh, es una pequeña ciudad en la que católicos y protestantes habían vivido sin mayores problemas durante los 30 años del conflicto y por eso fue elegida en vísperas del voto al llamado acuerdo de paz del Viernes Santo. Lo que querían estos disidentes opuestos a la firma que pondría fin a las armas era provocar un distanciamiento entre Londres y Dublín.
Contrariamente el atentado brindó un impulso renovado al proceso político y de renuncia a la violencia en Irlanda del Norte. Sin embargo y a través del personaje de Michael, vamos conociendo algunos puntos negros de este tratado y como el gobierno británico, la policía y altos mandos irlandeses ocultaron información a los ciudadanos para “no complicar más las cosas”, cuando lo único que querían estas familias es que se hiciera justicia porque habían matado a sus hijos.En la película se narra como la televisión del Ulster recibió una llamada telefónica de aviso de bomba contra el edificio de los tribunales de Omagh.
La policía y las fuerzas de seguridad evacuaron los tribunales y llevaron a los que estaban allí a la concurrida área comercial de Market Street, en el otro extremo de la ciudad. Pero la bomba no estaba cerca de los tribunales, en cambio había sido colocada en el interior de un automóvil estacionado en medio de una muchedumbre de familias que habían salido de paseo o a hacer compras para el próximo curso escolar. En realidad la advertencia telefónica dirigió a la gente hasta el lugar donde se encontraba la bomba aumentando así el número de víctimas.El 22 de enero del 2002 un sospechoso de Omagh fue declarado culpable de planificar el ataque. Las autoridades siguen buscando a los otros participantes que se creen forman parte del autodeterminado IRA auténtico.
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