"La casa de mi abuela", se ha convertido en la película española revelación del 2006. Recibiendo premios en todos los festivales donde se ha presentado hasta la fecha, desde Chicago a Miami pasando por Amsterdam, el Punto de Vista Navarro o en el último documentamadrid.
En la casa de mi abuela, el director, indaga en la relación que mantienen su propia abuela, Marita con su nieta Marina, una irreverente niña de 7 años.
Durante más de 3 años el director, con una pequeña cámara digital siguió el día a día de la abuela. La vieja casa en la que vive, sería también protagonista sirviendo como metáfora de la transformación industrial de San Vicente de Raspeig, la localidad alicantina en la que viven.
En la sala de montaje, se encontró con 60 horas de minuciosa grabación, quedando al final en 80 minutos de montaje.
Al parecer en principio se iba a centrar en la relación que tiene con sus amigas dando vida a algo así como un retrato antropológico de una generación que pronto desaparecerá. Pero al final, Adán se centra en el punto de vista de Marina durante un verano, en el que tiene que vivir con la yaya mientras los padres trabajan. La rancia educación a la que es sometida, hace que la niña se rebele en todo momento y termine siendo algo así como una pequeña anarkista contra todo el que intente corregir a partir de ahora su comportamiento.
Debió quedar alucinado con su gritona primita y en cuanto cogieron confianza la niña se quedó con todos los planos. Algunos dirán que "La casa de mi abuela" es poco más que un video domestico para otros será "poesía cotidiana". Bueno, pues ni una cosa ni otra. Se perdonan algunas carencias técnicas por falta de presupuesto pero los personajes también están lejos de emocionar al espectador.
La democratización que ofrece el formato digital hace que sea posible la producción de este tipo de películas. Un joven, llamado Adán Aliaga se queda embelesado con su abuela y su prima y decide seguirlas a todas partes. Hasta prácticamente llegar al montaje no creo que tuviera claro el guión. Está él solo con toda la libertad del mundo y ellas con él y no necesita a nadie más.
Sin embargo el problema llega a la hora de la distribución cuando los cines piden una copia en 35mm para ser exhibida. La historia es que la llamada revolución digital no ha llegado realmente a las salas y es ahí donde más falla técnicamente porque el kinescopado que utilizan es muy malo. 80minutos de transfer supone mucho dinero para una pequeña producción como esta así que seguimos teniendo un grave problema para conseguir ya no hacer cine, sino que se vea.
El sonido y el montaje (está entre lo mejorcito que ha hecho Nacho Ruiz Capillas) sí están bastante cuidados. De entre todos los momentos, me quedo con el de la celebración del cumpleaños de Marita con las amigas hablando de sus alegrías y sus penas diarias.
El clima que crea en el salón de la vieja casa resulta entrañable. Por otro lado, la gran parte de las secuencias protagonizadas por la niña me parecen forzadas y un tanto cansinas. La abuela, protagonista verdadera de la película y del título, supone un claro homenaje a todas esas abuelas anónimas. Marita representa a la abuela de todos nosotros. El director se pone de su parte y habla de la necesidad de una educación y del papel que tienen los abuelos en el crecimiento de los nietos. La casa, la otra protagonista del título, es un reflejo de otra forma de vida, del pasado.
Allí vivió Marita, durante 50 años con su marido y ahora las paredes se caen, no hay agua corriente en el baño y las ratas pululan a sus anchas por el jardín. Esta casa es una ruina pensareis, pero es su casa.El conflicto dramático llega con la noticia de que una empresa ha comprado el terreno y se propone el derribo de la casa para construir un nuevo bloque de viviendas. Esta mudanza forzada, no significa lo mismo para Marita que para la niña o el resto de la familia. La película iba a terminar con la llegada de la abuela a ese nuevo y moderno piso pero al final supongo que por cuestiones prácticas de no alargar la grabación otro año más, lo hace con el derribo aumentando también la intención dramática.Al salir del cine, lo que nos queda es la sensación de un cambio generacional. Del fin de una forma de vida y del paso agigantado de los nuevos tiempos.
De últimas, siempre es positivo que una película como esta llame la atención de los medios, aportando un granito de originalidad al aburrido panorama actual. Por cierto, si lleváis a vuestra abuela a verla, la entrada os sale gratis.
En la casa de mi abuela, el director, indaga en la relación que mantienen su propia abuela, Marita con su nieta Marina, una irreverente niña de 7 años.
Durante más de 3 años el director, con una pequeña cámara digital siguió el día a día de la abuela. La vieja casa en la que vive, sería también protagonista sirviendo como metáfora de la transformación industrial de San Vicente de Raspeig, la localidad alicantina en la que viven.
En la sala de montaje, se encontró con 60 horas de minuciosa grabación, quedando al final en 80 minutos de montaje.
Al parecer en principio se iba a centrar en la relación que tiene con sus amigas dando vida a algo así como un retrato antropológico de una generación que pronto desaparecerá. Pero al final, Adán se centra en el punto de vista de Marina durante un verano, en el que tiene que vivir con la yaya mientras los padres trabajan. La rancia educación a la que es sometida, hace que la niña se rebele en todo momento y termine siendo algo así como una pequeña anarkista contra todo el que intente corregir a partir de ahora su comportamiento.
Debió quedar alucinado con su gritona primita y en cuanto cogieron confianza la niña se quedó con todos los planos. Algunos dirán que "La casa de mi abuela" es poco más que un video domestico para otros será "poesía cotidiana". Bueno, pues ni una cosa ni otra. Se perdonan algunas carencias técnicas por falta de presupuesto pero los personajes también están lejos de emocionar al espectador.
La democratización que ofrece el formato digital hace que sea posible la producción de este tipo de películas. Un joven, llamado Adán Aliaga se queda embelesado con su abuela y su prima y decide seguirlas a todas partes. Hasta prácticamente llegar al montaje no creo que tuviera claro el guión. Está él solo con toda la libertad del mundo y ellas con él y no necesita a nadie más.
Sin embargo el problema llega a la hora de la distribución cuando los cines piden una copia en 35mm para ser exhibida. La historia es que la llamada revolución digital no ha llegado realmente a las salas y es ahí donde más falla técnicamente porque el kinescopado que utilizan es muy malo. 80minutos de transfer supone mucho dinero para una pequeña producción como esta así que seguimos teniendo un grave problema para conseguir ya no hacer cine, sino que se vea.
El sonido y el montaje (está entre lo mejorcito que ha hecho Nacho Ruiz Capillas) sí están bastante cuidados. De entre todos los momentos, me quedo con el de la celebración del cumpleaños de Marita con las amigas hablando de sus alegrías y sus penas diarias.
El clima que crea en el salón de la vieja casa resulta entrañable. Por otro lado, la gran parte de las secuencias protagonizadas por la niña me parecen forzadas y un tanto cansinas. La abuela, protagonista verdadera de la película y del título, supone un claro homenaje a todas esas abuelas anónimas. Marita representa a la abuela de todos nosotros. El director se pone de su parte y habla de la necesidad de una educación y del papel que tienen los abuelos en el crecimiento de los nietos. La casa, la otra protagonista del título, es un reflejo de otra forma de vida, del pasado.
Allí vivió Marita, durante 50 años con su marido y ahora las paredes se caen, no hay agua corriente en el baño y las ratas pululan a sus anchas por el jardín. Esta casa es una ruina pensareis, pero es su casa.El conflicto dramático llega con la noticia de que una empresa ha comprado el terreno y se propone el derribo de la casa para construir un nuevo bloque de viviendas. Esta mudanza forzada, no significa lo mismo para Marita que para la niña o el resto de la familia. La película iba a terminar con la llegada de la abuela a ese nuevo y moderno piso pero al final supongo que por cuestiones prácticas de no alargar la grabación otro año más, lo hace con el derribo aumentando también la intención dramática.Al salir del cine, lo que nos queda es la sensación de un cambio generacional. Del fin de una forma de vida y del paso agigantado de los nuevos tiempos.
De últimas, siempre es positivo que una película como esta llame la atención de los medios, aportando un granito de originalidad al aburrido panorama actual. Por cierto, si lleváis a vuestra abuela a verla, la entrada os sale gratis.
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