Daniel Burman, con sólo 33 años se ha convertido en uno de los directores más resultones, del cine actual. Muy querido en la seminci, fue premiado con el Fipresci hace 6 años por la película, Esperando al Mesías. Presenta ahora tras su paso por la Berlinalela comedia dramática, Derecho de familia protagonizada por su actor fetiche y alter ego, Daniel Hendler en el papel del joven abogado y profesor, Ariel Perelman que todavía no sabe muy bien quien va a ser cuando sea mayor.
Al igual que en su anterior cinta, El abrazo partido, utiliza en todo momento la voz en off del protagonista para contarnos la historia. Lejos de resultar un recurso manido y obvio la voz de Ariel aporta más que información, una comicidad aguda y genial con la que va construyendo su propia identidad a partir de lo que puede cambiar de lo heredado por su padre.
Así conocemos también a Perelman, padre (Arturo Goetz). Todo un "gentleman" de los juzgados, muy diferente a su hijo.
Daniel Burman firma su mejor película hasta la fecha, la chispa de los diálogos recuerda al mejor Woody Allen y cierra una estupenda trilogía (que empezó con el Mesías y continuó con El abrazo) sobre la figura paterna, la identidad de las familias judías en la Argentina actual y la búsqueda en definitiva, de uno mismo.
Al comienzo de la historia Perelman fantasea con el hecho de estar casado y tener sus propios hijos, hecho que sucede poco después cuando se casa con una de sus alumnas, Sandra (Julieta Díaz) una joven muy guapa y no judía que encuentra no en el derecho sino en el exitoso Método Pilates, el trabajo de su vida. Con Sandra, tiene un niño, la tercera generación Perelman, interpretado por Eloy, el hijo del propio director.
Burman, es un gran director de actores, además de los protagonistas destacan algunos secundarios como Adriana Aizemberg (era la madre de El abrazo partido) en el papel de Norita, la fiel secretaria de Perelman, padre.
La propia ciudad de Buenos Aires, vuelve a tener como en las otras películas, vital importancia como escenario de las idas y venidas de todos los personajes.
La vida cotidiana del protagonista, sus obsesiones, afectos, planteamientos y relaciones con el entorno, son plasmados por Daniel Burman de una manera sencilla, íntima y sincera que traspasa la pantalla y llega al espectador, sin más estridencias y sobresaltos que los derivados del curso de la vida normal.Lo más difícil, es decir adiós a la ilusión, la idealización de un padre protector que parece eterno pero no lo es.
En El abrazo partido se hablaba de paternidad pero con la ausencia del padre, en esta la diferencia está en la constante presencia del padre.Junto a los actores, el otro gran acierto de la película es el guión. Divertido, ingenioso, a ratos dramático y sencillamente genial.
El tríptico de "los Arieles" emparenta tanto con Woddy Allen como por el tándem formado durante años por Francoise Truffaut y Antoine Doinel aka Jean Pierre Leaud.
Derecho de familia, fue sin duda una de las mejores películas presentadas este año en sección oficial, elevando el nivel de participación y después de triunfar también en Panorama de Berlín, llegará próximamente a las pantallas de cine. Muy recomendada.
Al igual que en su anterior cinta, El abrazo partido, utiliza en todo momento la voz en off del protagonista para contarnos la historia. Lejos de resultar un recurso manido y obvio la voz de Ariel aporta más que información, una comicidad aguda y genial con la que va construyendo su propia identidad a partir de lo que puede cambiar de lo heredado por su padre.
Así conocemos también a Perelman, padre (Arturo Goetz). Todo un "gentleman" de los juzgados, muy diferente a su hijo.
Daniel Burman firma su mejor película hasta la fecha, la chispa de los diálogos recuerda al mejor Woody Allen y cierra una estupenda trilogía (que empezó con el Mesías y continuó con El abrazo) sobre la figura paterna, la identidad de las familias judías en la Argentina actual y la búsqueda en definitiva, de uno mismo.
Al comienzo de la historia Perelman fantasea con el hecho de estar casado y tener sus propios hijos, hecho que sucede poco después cuando se casa con una de sus alumnas, Sandra (Julieta Díaz) una joven muy guapa y no judía que encuentra no en el derecho sino en el exitoso Método Pilates, el trabajo de su vida. Con Sandra, tiene un niño, la tercera generación Perelman, interpretado por Eloy, el hijo del propio director.
Burman, es un gran director de actores, además de los protagonistas destacan algunos secundarios como Adriana Aizemberg (era la madre de El abrazo partido) en el papel de Norita, la fiel secretaria de Perelman, padre.
La propia ciudad de Buenos Aires, vuelve a tener como en las otras películas, vital importancia como escenario de las idas y venidas de todos los personajes.
La vida cotidiana del protagonista, sus obsesiones, afectos, planteamientos y relaciones con el entorno, son plasmados por Daniel Burman de una manera sencilla, íntima y sincera que traspasa la pantalla y llega al espectador, sin más estridencias y sobresaltos que los derivados del curso de la vida normal.Lo más difícil, es decir adiós a la ilusión, la idealización de un padre protector que parece eterno pero no lo es.
En El abrazo partido se hablaba de paternidad pero con la ausencia del padre, en esta la diferencia está en la constante presencia del padre.Junto a los actores, el otro gran acierto de la película es el guión. Divertido, ingenioso, a ratos dramático y sencillamente genial.
El tríptico de "los Arieles" emparenta tanto con Woddy Allen como por el tándem formado durante años por Francoise Truffaut y Antoine Doinel aka Jean Pierre Leaud.
Derecho de familia, fue sin duda una de las mejores películas presentadas este año en sección oficial, elevando el nivel de participación y después de triunfar también en Panorama de Berlín, llegará próximamente a las pantallas de cine. Muy recomendada.
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